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Pintar con vino o, si acaso, matizarlo con algún resto de tierra de las propias vides es el reto al que este sábado se enfrentan veinte pintores murcianos, dispuestos a demostrar, en directo y a tiempo real, que son capaces de convertir una materia tan sutil como deliciosa en una obra de arte.
Se trata de una iniciativa que recupera una antigua técnica, pero que nunca fue muy explotada por los artistas pictóricos, ha explicado el presidente de la Asociación Murciana de Críticos de Arte (Amuca) José Alberto Bernardeau, alma máter del proyecto e impulsor de la idea.
"Es una técnica muy parecida a la acuarela pero con muchísimos menos recursos, ya que los vinos no tienen mucha variedad de colores, y hay muy pocos elementos que permitan modificar la pigmentación", apunta este experto, que organiza este encuentro junto a la a Fundación Fuentes-Vicente, por cuarto año consecutivo.
El reto, señala, "era importante, ya que los pintores que han aceptado este juego son todos muy reconocidos y se exponen mucho", si bien el resultado de otras ediciones demuestra que "ninguno de ellos se equivocó; de hecho, -añade Bernardeau- algunos han repetido".
Son en total veintidós artistas propuestos por las galerías murcianas por parejas que tendrán la mañana del sábado para concluir dos obras cada uno, con la única premisa de no utilizar otra cosa que no sea vino para obtener los colores precisos para el cuadro.
Los artistas se reunirán este sábado en los salones de la hostería Palacete de la Seda, en Murcia, donde dispondrán de la misma variedad de tintos y blancos, reducciones de éstos y materiales del entorno vitivinícola, tierras entre otros, y sus propios conocimientos, nacidos de la investigación.
En estos años, ha señalado Bernardeau, los artistas han ido jugando con materiales que, al año de utilizados, toman un nuevo cariz: "Vimos que los vinos con más azúcar no se secaban igual de bien y también que muchos de ellos cambiaban de color con la oxidación; algunos -asegura el experto-, se transformaban sorprendentemente".
Durante toda la jornada del sábado, los pintores irán creando sus obras ajustados a su propio estilo, inspirados en motivos de su propia fantasía y con el primer referente de aquello que les gustaría ver en la etiqueta de una botella de vino.
Al igual que en ediciones anteriores, las obras resultantes serán expuestas en diferentes salas de la región con posterioridad al encuentro, si bien la Amuca no descarta girar por otras localidades españolas donde ya han mostrado interés, apunta su presidente, e incluso, bromea, "ya nos están copiando con otros materiales como el café".
En total se han sumado a la iniciativa en estos cuatro años un centenar de artistas, muchos animados por la peculiar forma de pintar, pero también, agrega Bernardeau, porque "posibilita compartir y comparar ideas con otros colegas".
Insiste el presidente en que no les mueve ningún afán comercial, si bien reconoce que "les encantaría" que alguna bodega reparase en sus propuestas, puesto que todas las obras son ideales y han sido pensadas para ilustrar etiquetas de botellas.
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